Hablar de trastornos de personalidad, en particular del Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), puede ser complejo y delicado. Es un problema que afecta de muy diversas maneras en la vida de aquellos que lo presentan, y la estigmatización es una de ellas. Como es bien sabido, el lenguaje y el pensamiento se determinan recíprocamente. Esto significa que la manera en la que hablamos determina cómo pensamientos, a la vez que nuestros pensamientos influyen en las cosas que decimos. Por esto mismo, cuando se habla sobre alguna temática relacionada con la salud mental, es importante cuidar las palabras que empleamos, pues estas esbozan la concepción que acabamos teniendo de cada diagnóstico.

En este sentido, y con el fin de reducir la estigmatización y las visiones estereotipadas de las personas con TLP, ofrecemos a continuación unas recomendaciones para usar un lenguaje respetuoso y adecuado al referirse a personas con TLP. Todas ellas están basadas en las sugerencias de individuos TLP, así como cuidadores y profesionales.

 

Términos a evitar y alternativas más adecuadas.

¿Qué términos deberíamos tratar de evitar? Y, ¿por cuáles deberíamos sustituirlos? Algunos de los motivos por los cuáles esos términos no resultan del todo adecuados, así como las posibles alternativas, quedan recogidos a continuación:

El uso de “borderline” o “ser borderline”

  • Por qué no usarlo: Reduce a las personas a su diagnóstico.
  • Alternativas: “Persona con experiencia de TLP”, “persona con diagnóstico de TLP”, “persona que vive con TLP”. Enfatiza que el diagnóstico es una herramienta para comprender y abordar sus experiencias.

Palabras estigmatizantes como “loco”, “psicópata”, “tóxico”

  • Por qué no usarlo: Etiquetan a la persona de manera estigmatizante.
  • Alternativas: “Persona que se encuentra experimentando dificultades y desafíos o problemas de salud mental”.

Términos como “Reaccionar exageradamente”, “dramático”, “irracional”

  • Por qué no usarlo: Invalida los sentimientos de la persona.
  • Alternativas: “Tratando de satisfacer sus necesidades”, “sensible”, “compasivo”, “teniendo un momento difícil”.

Frases y consejos como “cálmate”, “supéralo”, “sal a caminar”

  • Por qué no usarlo: Reflejan una visión simplista o impaciente de las luchas de la persona.
  • Alternativas: “Veo que estás angustiado”, “¿Cómo puedo apoyarte?”, “¿Qué te ha ayudado antes?”, “¿Qué necesitas ahora?”.

Adjetivos descriptivos negativos como “manipulador”, “buscando atención”, “difícil”

  • Por qué no usarlo: Reflejan tus propios sentimientos y una posible malinterpretación de los motivos y comportamientos de la persona.
  • Alternativas: “Necesitado de conexión”, “esforzándose por satisfacer sus necesidades”, “mostrando una actitud compasiva y reflexiva en lugar de crítica y reactiva”.

Recomendaciones sobre la comunicación sobre el diagnóstico por parte de los profesionales.

 

Por supuesto, no debemos olvidar que el lenguaje empleado por los profesionales del sector sanitario, que atienden a las personas con TLP y sus familiares, ha de ser especialmente cuidado.  Este es especialmente relevante para reducir el estigma y la deshumanización, fomentar empatía y comprensión, promover el empoderamiento y la dignidad de los pacientes, y mejorar la eficacia del tratamiento. Un lenguaje respetuoso y empático ayuda a construir relaciones terapéuticas sólidas y a motivar a los pacientes para que participen activamente en su recuperación.

Algunas de las recomendaciones en este sentido son las siguientes:

Usar un lenguaje centrado en la persona.
Hablar sobre cómo nombrar los problemas que alguien está experimentando.
Ofrecer el diagnóstico de manera sencilla, directa, sensible y compasiva.
Proporcionar psicoeducación sobre el diagnóstico, tratamiento, pasos hacia la recuperación y apoyo.
Reconocer que un diagnóstico a menudo es temporal y que la recuperación es posible.
Comunicación sobre el tratamiento y la recuperación
Hablar sobre el tratamiento de manera colaborativa, segura y mostrándose como un apoyo.
Discutir qué términos prefiere la persona para describir el tratamiento.
Reconocer que la recuperación es un proceso individual, que puede incluir lapsos y no es lineal.
Mantener la esperanza y reconocer los esfuerzos y fortalezas de la persona.

En resumen, después de todo lo anteriormente comentado, podemos deducir que cuidar el lenguaje al hablar de salud mental es crucial para reducir el estigma y fomentar una mayor comprensión y empatía hacia las personas que enfrentan estos desafíos. Un lenguaje respetuoso y preciso ayuda a desmantelar prejuicios y estereotipos dañinos, promoviendo una sociedad más inclusiva y comprensiva. Además, utilizar un lenguaje empoderador y humanizante refuerza la autonomía y dignidad de los individuos, facilitando relaciones terapéuticas efectivas y motivando a las personas a involucrarse activamente en su recuperación. En última instancia, un lenguaje cuidadoso contribuye a crear una cultura de aceptación y apoyo en torno a la salud mental.


Información recabada de Project Air Strategy (https://www.uow.edu.au/project-air/), un proyecto que trabaja con personas con experiencia en trastorno de personalidad y cuidadores que apoyan a estas personas. Los recursos se desarrollaron a través de un diseño colaborativo y consultas con personas con diagnóstico de TLP.