Apoyar a alguien con un trastorno de personalidad puede ser un viaje desafiante, que suponga una gran carga emocional. Como sabemos, cada relación es única, y lo que funciona para una persona puede no ser adecuado para otra. Sin embargo, existen estrategias generales que pueden ayudar a fortalecer la relación y proporcionar el apoyo necesario. En este artículo, te ofrecemos una guía para entender mejor cómo puedes cuidar de una relación cuando cuidas a otra persona. Recuerda que tu bienestar es fundamental para poder ofrecer el mejor apoyo posible. Aquí encontrarás consejos prácticos para mejorar la comunicación, establecer límites saludables, y fomentar un ambiente de empatía y comprensión.

La mejor manera de apoyar y cuidar a un ser querido es asegurarte de que tú mismo estés y te sientas “bien”. Sabemos que esto de “sentirse bien” es algo subjetivo, a valorar personalmente por cada individuo en base a su experiencia individual. No obstante, sí que podemos considerar de manera general que para estar bien es necesario atender tus necesidades de salud social, física, mental y emocional.

Algunas de las recomendaciones que hacemos se recogen en las siguientes líneas:

  1. Tómate un tiempo para reflexionar: Estate preparado para dejar un tiempo para pensar las cosas detenidamente y para que te recuperes cuando una situación se haya vuelto demasiado difícil de manejar.
  2. Establece límites y expectativas claras para la relación: Todos debemos saber qué se espera de nosotros y nosotros deberíamos saber qué esperar de los demás. Encuentra una manera de colaborar y acordar cuáles son los comportamientos aceptables e inaceptables (por ejemplo, la ira está bien, la violencia no).
  3. Transmite aliento y esperanza: Habla sobre la capacidad de las personas para cambiar y recuperarse, y apoya a ese ser querido en sus momentos difíciles.
  4. Demuestra empatía: Muestra comprensión al reflexionar sobre cómo experimenta la persona las dificultades que le surgen. Por ejemplo, podrías decir: «Puedo ver que te sientes herido por la discusión con tu padre.»
  5. Escucha la experiencia actual de la persona: Tómate un tiempo para escuchar lo que dice. Si no es el momento adecuado, sugiere otro momento en el que tú te sientas más predispuesto a poder escuchar (por ejemplo, hablar por teléfono mientras compras puede no ser el mejor momento para escuchar).
  6. Valida los sentimientos actuales de la persona y expresa los tuyos: Intenta ponerte en el lugar de la persona pero a la vez hazle saber cómo te sientes tú en la situación, y ante su comportamiento contigo.
  7. Toma en serio la experiencia de la persona y la tuya propia: Presta atención a las comunicaciones verbales y no verbales. Observa lo que dice la persona y también cómo actúa o se comporta. No invalidez ni minimices, porque lo que ella siente es real. Igualmente, toma en serio lo que sientes tú y dale el lugar que se merece.
  8. Mantén un enfoque sin prejuicios: Recuerda que la persona es diferente a ti y tiene su propia manera de hacer las cosas (puede que no sea la manera más eficiente o efectiva, ¡pero es la suya!).
  9. Mantén la calma: En el punto álgido de una crisis o discusión, es normal reaccionar con enfado o ponerse a la defensiva. Sin embargo, esto a menudo no es útil. Puede requerir práctica, pero mantener la calma cuando las cosas “se calientan” puede ayudar a reducir una crisis.
  10. Sé respetuoso: Cuando las emociones se intensifican, puede ser fácil ser despectivo o crítico. Encuentra una manera de valorar las opciones de vida y las opiniones de la otra persona, que pueden ser diferentes a las tuyas, para ayudar a mejorar la relación.
  11. Sigue siendo cariñoso: Concéntrate en la persona como un todo, incluidas las cosas que te gustan de ella, en lugar de enfocarte únicamente en los comportamientos desafiantes o difíciles.
  12. Participa en una comunicación abierta: Esto incluye escuchar y hablar. No temas hacerle saber a la persona cómo te sientes y cómo te afectan las cosas.
  13. Utiliza el humor cuando sea apropiado: Esto puede ayudar a aliviar la situación.
  14. Sé claro, coherente y confiable: Esto puede reducir los problemas de la otra persona si recibe mensajes claros y expectativas de ti.
  15. Recuerda que algunos comportamientos pueden haber sido útiles en el pasado aunque ya no sean apropiados: Demuestra empatía y habla con la persona sobre lo que es aceptable.

Apoyar a alguien con un trastorno de personalidad requiere paciencia, empatía y un compromiso constante tanto contigo mismo como con la otra persona. Estos consejos no pretenden sustituir un acompañamiento psicológico más extenso, pero marcan las líneas para crear un ambiente donde la relación pueda prosperar y los conflictos se minimicen. Con tiempo y esfuerzo, se puede lograr mejorar una relación o hacer que fluya de manera más adaptativo, todo ellos mientras te aseguras de cuidar también de tu propio bienestar emocional.


Información recabada de Project Air Strategy (https://www.uow.edu.au/project-air/), un proyecto que trabaja con personas con experiencia en trastorno de personalidad y cuidadores que apoyan a estas personas.Los recursos se desarrollaron a través de un diseño colaborativo y consultas con personas con diagnóstico de TLP.